El Legado de Pancho Motta

“TENEMOS UN DICHO, QUE SOLO SE TIENE UN NEGOCIO SI ES UN NEGOCIO QUE ES BUENO PARA TODOS”

Alberto “Pancho” Motta Jr. (4 de agosto de 1946 al 11 de abril de 2016).
Nace en Panamá del matrimonio formado por Alberto C. Motta C. y Pauline Cunningham. Se casó con Loraine Page y tuvieron tres hijos: Alberto, Giuliana y Georgette.

Pancho Motta vivió en la Ciudad de Colón por 40 años y estudió en la Universidad de Hartwick, EEUU.

Por 50 años, Pancho, fue una de las caras más reconocibles en la industria de las tiendas libre de impuestos de las Américas.

En la década de los 60, Pancho se traslada a vivir a Lima, Perú, cuando Motta Internacional obtuvo la concesión para operar una tienda libre de impuestos en el aeropuerto internacional Jorge Chávez.

Desde su infancia aprendió, de su padre, la importancia de dar sin esperar nada a cambio. Este fue, sin duda alguna, el mayor legado que don Alberto Motta Cardoze le dejó.

Pancho fue un hombre de espíritu alegre, sociable y extrovertido, con una gran habilidad para negociar y mediar, con un gran sentido del humor y muy racional. Fue una persona muy querida y respetada gracias a su humildad, dignidad y solidaridad en su diario vivir.  Siempre hablaba de su padre, con estima, respeto y mucho orgullo.  Fue en su honor y junto a su hermano Stanley, que siguió adelante con su proyecto de contribuir a través de la Fundación Alberto Motta, tratando siempre de servir, promoviendo el bienestar de la comunidad.

Fue director de varias organizaciones sin fines de lucro como Operación Sonrisa, Ciudad del Niño, Industrias de Buena Voluntad, Casa Esperanza, Nutre Hogar, entre otras.

Participó siempre en proyectos de responsabilidad social, buscando impactos relevantes en la sociedad. Pancho participaba en diversas actividades del Centro Supérate de la Fundación Alberto Motta en San Miguelito, programa educativo de excelencia académica que contribuye a elevar el nivel de educación de jóvenes de recursos limitados. Pancho se involucraba activamente en debates y exposiciones, siempre apoyando la iniciativa de elevar el nivel educativo de los jóvenes.

Todas las navidades compartía con los adultos mayores del Asilo Años Dorados, Luz y Vida y a los más de 150 niños y jóvenes de Aldeas Infantiles SOS. Actividades que se volvieron una tradición familiar, pues participaban anualmente con él, su esposa, hijos y nietos.

Pancho era un hombre de gran nobleza. Fue un ejemplo y modelo a seguir. Alegre, inspirador, justo, noble y siempre preocupado por los demás.