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Cuando los sueños, dejan de serlo:
La historia de Yovani Arismendiz

Con los ojos llenos de ilusión, Yovani recuerda esas tardes en casa cuando de niño se imaginaba a sí mismo en el futuro: “tenía muchos sueños”, dice, “ser doctor, veterinario, incluso comentarista deportivo”. En este entonces Yovani vivía con sus padres, abuelos y hermanos en una casa que su propio abuelo había construido en el Distrito de San Miguelito.

Recuerda aquellos días con algo de nostalgia, porque esas casas construidas para muchos familiares se ven cada vez menos; observaba cómo sus abuelos y padres trabajaban extensas jornadas laborales con el fin de proveer los recursos necesarios para la subsistencia de los que compartían su casa. Su familia era muy religiosa también, y así, Yovani creció confiando en que otra realidad podía ser posible. Nunca esperó que alguien le abriera las puertas del futuro, pero si confió en que con esfuerzo podría obtener la llave para abrirlas él mismo: “Ser creyente influyó demasiado en las decisiones que he tomado y en el tipo de vida que he llevado hasta ahora” afirma.

El primer día que tomó un diccionario de inglés para traducir las palabras que escuchaba en televisión, quedó grabado para siempre en sus recuerdos, y es que este joven empezó a construir su futuro desde que tenía tan solo ocho años. A su corta edad, ya se cuestionaba sobre cómo podía construir un futuro diferente para su familia. Cuando era niño, los únicos primos de su edad eran unos primitos que vivían en Estados Unidos y cuando se dio cuenta que no podía comunicarse con ellos como quería por la barrera del idioma, se planteó muy temprano y, por su cuenta, aprender inglés. Con la guía de sus padres, entendió que, ante la meta de superar retos económicos, la educación era el camino más certero. No tenía capacidad económica para pagar clases de inglés, pero aprendió mucho por sus propios medios y con mucha automotivación; ya que sabía que lo único que se necesita para empezar a aprender son ganas.

Cuando estaba la secundaria, tomó una de las decisiones más importantes de su vida: se inscribió en Centro de Capacitación ¡Supérate! de la Fundación Alberto Motta, organización sin ánimo de lucro que le permitió fortalecer sus habilidades en las áreas de cómputo, inglés y formación de valores, para que, al graduarse de bachiller, pudiera acceder a mejores oportunidades.

Como hablar inglés se había convertido en un anhelo profundo para él, incluso antes de ingresar a ¡Supérate! ya tenía una excelente base del idioma: esa constancia y esa disciplina son cualidades que aún destacan en su personalidad. Pero lo que nunca imaginó es que la enseñanza que más iba a trascender en su vida sería la formación en valores que recibió en el Centro ¡Supérate!: “lo que más me marcó fueron las clases de valores basadas en el libro “7 hábitos para la Gente Altamente Efectiva”, desde allí interioricé estas prácticas que trascendieron a mi vida profesional y se convirtieron en enseñanzas clave para mis relaciones familiares y sociales”.

Con una sonrisa en el rostro, recuerda las motivaciones que le llevaron a elegir este camino: el de estudiar en el Centro a la par que estudiaba en su colegio secundario, una elección que no fue nada fácil. Tres años estudiando en dos colegios en simultáneo con jornadas y ubicaciones diferentes (uno en la mañana y otro en la tarde, uno en La Vereda de San Miguelito y otro en Ciudad de Panamá), exigían de Yovani no solo disposición mental, sino física y emocional también, para soportar las horas de tráfico que vivía a diario en el transporte público.

En ese entonces un día en su vida implicaba tantos aprendizajes como retos: levantarse muy temprano, estudiar en la primera jornada del día, almorzar en menos de 10 minutos, salir de prisa para abordar el transporte que lo llevaría a la sede de Supérate (un trayecto que podría durar dos horas horas), estudiar otra jornada, abordar nuevamente el transporte, llegar a casa, hacer tareas, dormir, levantarse y empezar todo de nuevo.

Su mayor sueño era trascender la historia de su familia y esta motivación afirma que fue el motor que jamás le hizo desistir: “cada esfuerzo valió la pena” asegura, “los sueños necesitan motivaciones internas, no basta con ver a otros hacerlo, porque cuando uno desaparece, entonces desaparecen también los sueños…Tus sueños y mis sueños no significan lo mismo, y ahí radica la importancia de conectarse con lo que significan los anhelos y el porqué de cada esfuerzo, solo así es posible lograrlo…El primer año hubo días en los que dije ¿por qué elegí esto? Sonaba la alarma y yo me preguntaba si en verdad era tan importante lo que estaba haciendo, y me decía a mí mismo: sí, lo es”.

Ciertamente con el tiempo lo ratificó. “Después de la tempestad, viene la calma” dice un viejo adagio que aplica a esta historia. Después de los tres años de dedicación absoluta, pudo aplicar a la Beca Walton para estudiar Relaciones Públicas en Estados Unidos. Cumplió con todos los requisitos y entonces recibió un sí que cambió por completo su vida. Fue seleccionado para ser beneficiario de esta beca que financiaba el 100% de sus estudios en el país norteamericano. Hoy, después de cuatro años de estudio, regresa a Panamá con con la mente llena de nuevos aprendizajes y el alma repleta de satisfacciones.

Para el Centro ¡Supérate!, historias como esta marcan un hito pues confirman que la misión se está cumpliendo: invitar a los jóvenes a soñar con cosas grandes, a que escuchen otras historias y se den cuenta que no hay fronteras ni obstáculos que no puedan superar si se lo proponen, que el futuro está en sus manos a través de la educación y las oportunidades que hoy tienen.

Los sueños forman ideas; las ideas, acciones; y las acciones, realidades. La historia de Yovani es un ejemplo de cómo tomar las riendas de nuestro camino nos lleva hacia lo que hemos elegido ser. “Por más que alguien te diga qué debes hacer, no va a pasar si tú no decides hacerlo, si no tienes los motivos para que las cosas sucedan” destaca Yovani, después de una amena conversación con nosotros, entre el ruido de los alumnos que hoy, como él, están estudiando en ¡Supérate! y preparándose para el futuro. Un paso a la vez termina por construir todo un camino que deja huella y nos lleva a la meta.

 

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