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Estudiar para progresar: cómo una joven que no se atrevía a soñar descubrió su pasión por la computación

Sherley Castellar, de 24 años, es egresada de la primera generación del Centro de Capacitación ¡Supérate! Fundación Alberto Motta. Es licenciada en Ciencias Computacionales de Harding University (Arkansas, EE.UU.) y actualmente trabaja en un conglomerado de empresas dirigiendo proyectos de programación. Consiguió empleo con tan solo un mes de haber regresado a Panamá, tras culminar sus estudios universitarios en EE.UU.

Sherley Castellar es de Cerro Batea, en San Miguelito. Aunque siempre quiso aprender inglés, esto le pareció un sueño imposible durante muchos años; tampoco tuvo nunca acceso a una computadora en casa mientras cursaba sus estudios primarios y secundarios. Sin embargo, la niña que aspiraba con hablar en el idioma de Shakespeare, hoy en día lidera proyectos de desarrollo computacional que le exigen interactuar a diario con colegas anglófonos del otro lado del mundo.

Sherley es egresada de la primera generación del Centro de Capacitación ¡Supérate! de la Fundación Alberto Motta en San Miguelito y aplicó a esta beca impulsada por su abuela y su madre, quienes la alentaron durante todo el proceso de entrevistas y aplicación. “El Centro se convirtió en mi segundo hogar”, cuenta sonriente la tarde en que la entrevistamos.
Aún guarda contacto con sus compañeros del Centro ¡Supérate! con quienes compartió conocimientos, experiencias, lágrimas y risas. “Además, estar en la Fundación me abrió puertas a las que nunca hubiera podido acceder, porque no hubiera tenido el conocimiento, ni tampoco la confianza para acercarme a ellas”, remarca.

Los tres años que participó del programa Supérate fueron un tiempo de grandes lecciones, alegrías y retos; principalmente aprendió a forjarse una disciplina: “este fue uno de los mayores retos”, explica, “pues en la escuela me exigían, pero también lo hacían en el Centro ¡Supérate! y en unas clases de oratoria que tomaba aparte. No fue fácil ir a la escuela por la mañana durante tres años, después pelearse con el transporte público para llegar a tiempo al Centro y luego volver a hacer lo mismo para regresar a casa en horas que eran algo peligrosas, a hacer tareas y seguir estudiando”, añade.

Sin embargo, dice que no cambiaría nada, porque el Centro Supérate no solo le dio amigos para toda la vida (siempre los recordarán como “los más bulleros de la generación”), sino también herramientas concretas y útiles para superarse: “todo ha mejorado para mí”, indica. “Hoy en día ,yo puedo ayudar a mi mamá, mi abuela y mi hermanito discapacitado y todos tenemos una mejor calidad de vida”.

Puede recordar vívidamente cuándo y dónde nació su amor por las computadoras. “El único momento del día en que tocaba una computadora era en las clases de cómputo que daba en el Centro ¡Supérate!” dice Sherley, “pero esa era la mejor parte de mi día”. A esta clase le dedicaban varias horas a la semana y en ella hicieron cosas en Microsoft Office que Sherley no creía posible: incluso crearon un juego en PowerPoint. “La clase era extremadamente dinámica y era mi clase favorita. Fue ahí dode me dije: ‘esto es lo mío’”, añadió.

Casi 10 años después, Sherley no solo usa computadoras a diario, sino que sabe programar como parte de su formación académica en Ciencias Computacionales, y actualmente trabaja liderando equipos de desarrollo de apps en Panamá y la India, algo que no sería posible sin dominar el inglés a la perfección.

“Cuando yo era niña, era muy pesimista; creía que todo lo que podía salir mal, pasaba; como la Ley de Murphy”, dice. Pero venció sus miedos cuando en su último año en el Centro ¡Supérate! escuchó la presentación de la beca Walton, un programa internacional que otorga becas completas para estudios universitarios en Estados Unidos, enfocado en brindar oportunidades de desarrollo profesional y personal para jóvenes meritorios en Centroamérica y México.

Y así, la niña que pensaba que soñar era malo y que montarse en un avión y pisar otro país era lo más lejano a su realidad que podía imaginarse, decidió aplicar a la beca, animada por el apoyo de los profesores del Centro ¡Supérate!, quienes no solo la alentaron a ella, sino a varios de sus compañeros a aplicar, y además les asesoraron en cada etapa del proceso. Tal fue su alegría al enterarse que había sido seleccionada para recibir una beca completa para estudiar en la Universidad de Harding, que nos admitió riendo por lo bajo, que su mamá y su abuela tenían razón: “el esfuerzo por superarse y ser disciplinado con las metas, siempre rinde sus frutos.”

Dice que aunque extrañaba a su familia mientras vivía en los Estados Unidos, la educación que ha obtenido, además de su disciplina y perseverancia, han mejorado sus oportunidades en la vida. “Las lecciones aprendidas en el Centro Supérate también me sirvieron para perderle el miedo a soñar”, señala.

Y ciertamente, desde que regresó a Panamá, Sherley no ha dejado de hacer justamente eso: soñar en grande. Al mes de haber vuelto al país, consigió trabajo en un la empresa donde ha laborado por más de dos años; empezó programando, pero luego de dos años, ya es líder de proyecto.
Durante este tiempo, ha tomado varios cursos en administración de proyectos y confiesa que sueña con manejar un amplio portafolio de proyectos en el futuro cercano y certificarse como Project Manager.

“Todo esto se lo debo a mis profesores y mentores en el Centro ¡Supérate!”, dice. “Ellos siempre tendrán un lugar importante en mi corazón: me enseñaron muchas cosas, cambiaron mi vida para bien, me eseñaron la base para que yo siguiera adelante cuando llegara a la universidad y me enfrentara a otros retos: estoy muy agradecida con ellos porque con ellos aprendí que el trabajo duro rinde frutos y que poniendo el esfuerzo, siempre vale la pena soñar”.

 

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